domingo, 12 de septiembre de 2010

La mañana del viernes pasado

El viernes me levanté más temprano que los días anteriores, tenía dos días de no ir a nadar y estaba a punto de convencerme de no ir tampoco cuando recordé mi misión de aplicar encuestas para María y salté de la cama.

Llegué a la alberca tarde (como siempre) y vi que casi no habían ido mis camaradas del carril (Arturo, un licenciado joven que se dedica a litigar y a continuar sus estudios, a principio sentía que le gustaba competir conmigo. ¿Luis? No estoy seguro si así se llama, a sus 55 años nos presiona a todos para nadar, me da consejos con las muchachas y una vez me presumió su auto. Carlos, recién lo veo en el carril, es quien le da batalla a Luis), solo estaba un señor gruñón gordo que no nada tan veloz y me estorba casi siempre y nunca nada al ritmo (ni lo intenta) de los demás. El agua estaba más fría de lo habitual, pero una vez comenzado el ejercicio dejé de sentirlo. Hice solo setenta veinticincos de crol, me faltaron treinta, pero no estaba tan ganoso.

Me Sali de la alberca cuando estaban ya los de la otra hora me duche y comencé a aplicar las encuestas ahí mismo, dentro del edificio al entrenador viejo salvadoreño, al vigilante de Almoloya y al vendedor de accesorios del Df. Salí y seguí aplicándolas. Al entrenador de Box, a una chica, a su novio celoso cubano, a una ama de casa, a un señor diabético, y en eso se me aparece Pedro el cucharas.

Pedro el cucharas iba rumbo a la farmacia para comprar su “medicamento”. -¿Qué onda Pedro? ¿No que estabas en rehabilitación?-, -pues sí, pero le dije a la doctora que me ponía bien loco, además ya estoy trabajando-, -pues orales Pedro-. Luego vino de vuelta, en la farmacia no le quisieron vender porque no llevaba identificación y entonces me pidió de favor si le podía comprar su “fix”, lo hice de mala gana, y me di cuenta que tomaron mis datos y los apuntaron en su receta, cosa que no me gustó. Cuando estaba ahí vi a otro adicto que fue por el mismo medicamento, el tipo se veía pálido, raro, con la mirada extraña, parecía enfermo y realmente lo estaba, saludo a Pedro afuera, se dieron un abrazo. Salí de ahí, me seguí caminando le di su cambio a Pedro y le dije que no volvería a hacerle ese favor. Caminé con el por unas cuadras, no sabía cómo deshacerme de su compañía, hasta que rechacé completamente sus ofrecimientos de jugos y desayunos y fue cuando se fue, prometiendo volver.

Seguí aplicando un par de encuestas, me encontré a una compañerita de la escuela, unas chicas muy feas (uy! Yo bien guapo!) me pidieron tomarme fotos con ellas. Tenía hambre, me fui a casa.

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