domingo, 16 de enero de 2011

los hombres del futuro



Venia conduciendo rumbo a mi casa, cuando recordé que he conocido un poco a los hombres del futuro.

Alguna vez reconocí a los hombres de futuro, no siempre los reconozco. Están entre nosotros. Son grandes espíritus inquietos y algo de materia.

Las personas no reconocen a los hombres del futuro cuando los ven, por lo que estos no se preocupan de ser vistos, suelen pasar desapercibidos. Uno los nota, vienen diciendo pensamientos raros.

Ellos no saben de dinero, no lo entienden, de donde ellos vienen ya no se usa, ya no es necesario. Hablan con nostalgia de cómo el dinero se usaba, y cuando su realidad los aplasta, les gusta recordar al dinero y simulan que van a templos del dinero y simulan que lo gastan y se dicen cosas bonitas unos a otros, y cantan antiguas canciones de dinero, porque suenan nostálgicas. Ignoran que el conocimiento del dinero en otra época fue el peor mal sobre la humanidad. Lo ven como algo inofensivo y cantan pensando que cantando al dinero olvidan que aunque ya no se necesita dinero, siempre es complicado vivir.

Ellos no piensan en dios, conceptos más complejos tienen, conceptos más simples tienen. Ellos piensan en otra cosa.

Los hombres del futuro no le dan el nombre de dios al creador de la realidad que cada hombre del futuro sabe reside en su mente. Reside en su espíritu y en sus dispositivos sensibles de realidad. No culpan a dios de la belleza ni de su miseria. Saben que ningún dios tiene nada que ver con nada de eso.

Los hombres del futuro miran con ternura, a los hombres antiguos que aun piensan en dios. A los hombres del futuro no les importan aquellos hombres que se conforman con la existencia que dios les dio. Para los hombres del futuro esos hombres son como tele espectadores de caricaturas, que solo ven cuando por casualidad se acuerdan de esa idea insuficiente de dios. Mas ideas hay para los hombres del futuro.


Los hombres del futuro, le cuentan cuentos de dioses a los niños, porque estimulan su imaginación.

edíté modestamente algunas imagenes (a veces paint es suficiente) espero valoren el color...

domingo, 9 de enero de 2011

vertigos


Hasta que uno aprende a controlar la caída.

Temor a caer (si no es que estoy cayendo) en el abismo de la incertidumbre.

Y entonces la caída se convierte en lo fijo de donde uno vuelve a saltar.

¿Elijo saltar? ¿O tan solo elijo como caer?

Uno se para al borde,,, mira al vacio,, la sensación en el estómago y ese pensamiento que dice –salta! Salta! Salta!-

sábado, 8 de enero de 2011

Dolencias

Duélete de mis dolencias
si algún día me has querido
y enséñame a ser feliz
porque infeliz yo he nacido.

viernes, 7 de enero de 2011

Despertando del Automatismo


Pasé algunos días en la playa, disfrutando de algunos placeres terrenales y de una buena temperatura diferente a la que se vive acá en las montañas. Al volver después de una semana me encontré que mis padres se habían ido de viaje y que un día antes de su partida se habían robado el cableado eléctrico de cobre –4 cables con 18 hilos de poco menos de 50 metros de - que ligaba mi casa y la de mis vecinos con la red eléctrica local.

El primer día caí en pánico, llevaba ya una semana sin música controlada por mí, desconectado de mis ciberpersonalidades e imposibilitado de continuar completando mi tesis (ah! Excusas sobran! Pero esto de la tesis resulta últimamente harto complicado de hacer). Así que tan pronto como llegué traté de pensar cómo hacer para tomar un autobús que me llevara al sitio donde estaban mis progenitores a más de 8 horas de distancia en autobús. Poco a poco comencé a recuperar la calma y a disfrutar de la calma de una vida sin electricidad (con alimentos deteriorándose rápidamente en el frigo). Comencé a actuar y a ser más expresivo con mis emociones, visité viejas amistades, jugué luchitas con mi perro maniaco-depresivo, nombramos a un pájaro grande, de pecho amarillo que baja a mi patio “Juan”, hicimos el acto poético de reconstruir una carta que algún rey mago despedazo y deposito amablemente como basura a fuera de mi morada. Cuando me di cuenta, después de varios días sin electricidad mi vida comenzó a cambiar, sentí como mi persona despertaba del automatismo y de la correa virtual.

Hace rato, nos conectaron a la electricidad de nuevo.