Hasta que uno aprende a controlar la caída.
Temor a caer (si no es que estoy cayendo) en el abismo de la incertidumbre.
Y entonces la caída se convierte en lo fijo de donde uno vuelve a saltar.
¿Elijo saltar? ¿O tan solo elijo como caer?
Uno se para al borde,,, mira al vacio,, la sensación en el estómago y ese pensamiento que dice –salta! Salta! Salta!-
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